Los microplásticos en el océano constituyen un problema global, que afecta la vida de las especies marinas y de los seres humanos. Estos microplásticos miden menos de un centímetro y son casi imperceptibles, incluso pueden estar inmersos en nuestros alimentos o bebidas. Según las Naciones Unidas, cada minuto se vierte el equivalente a un camión de basura lleno de plásticos y que para el 2050 existirá más plásticos que peces en el océano.
Nuestro país no es ajeno a este hecho. Tenemos algunas de las playas más
contaminadas por basura marina de la región y el mundo. Los microplásticos
son ingeridos por todo tipo de especies en el mar, desde las más grandes
como las ballenas barbadas, las tortugas marinas, los tiburones y las rayas.
Así como las más pequeñas, tales como el plancton, microorganismo que
conforma la base de la cadena alimenticia del mar. El cual a su vez es
ingerido por peces de todo tipo, lo cual es evidencia de que el impacto se
propaga a todas las especies y de manera rápida.
Nosotros no somos ajenos a este daño, pues podemos ingerir estos
microplásticos en el agua. Pero ¿qué podemos hacer para solucionar este
problema que nos afecta a todos? Prácticamente nada, ya que limpiar el
océano de microplásticos es imposible. Además, que se fragmenta de manera
que se hace imperceptible al ojo humano. La única solución al alcance
nuestras posibilidades es no producir o utilizar plástico innecesario en
nuestra vida cotidiana.
Según Sara Purca, ingeniera pesquera y especialista en Oceanografía, señaló
lo siguiente: “Según investigaciones en Estados Unidos, acumulamos plástico
equivalente al tamaño de dos pizzas a lo largo de nuestras vidas. Son
micropartículas que no vemos y nos las bebemos cuando tomamos un café en un
vaso de tecnopor, por ejemplo. Felizmente, ya se prohibió su uso porque se
ha demostrado que produce cáncer. Cualquier comida o bebida caliente en un
envase de tecnopor hace que este se microparticule e incorpore a tu comida,
y tú no lo ves”.
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