Luis Daniel Soto es estudiante de Maestría en Filosofía por la UNMSM y forma parte desde hace varios años de World Wildlife Fund (WWF) y además es activista independiente con énfasis en la conservación y protección de especies marinas.


Luis, cuéntanos, ¿cómo fueron tus primeros pasos como activista independiente?

Bueno, creo que siempre he tenido cierta predisposición hacia la naturaleza y el mundo marino, solo que no me había enfocado en eso sino hace más de seis de años que quise unirme a un programa de activismo ecológico, por tres razones concretas: necesitaba un cambio de rutina, creía y todavía creo que WWF es una gran organización que ha realizado demasiadas obras en beneficio de la naturaleza y porque me dio curiosidad aprender acerca de algo que ya desde niño me llamaba la atención.

Así en WWF aprendí de cuidado de playas, reducción de impacto como individuo, cuidado y auxilio de especies varadas, etc. Por una parte, lo más difícil durante mi periodo en WWF fue sentir la necesidad de alcanzar mis objetivos; por otro lado, lo mejor de este tiempo para mí fue la vida en comunidad y sentir el trabajo en equipo.

Más adelante, quise realizar las mismas actividades pero de manera paralela, con puntos específicos de mi región, conseguir personas que me apoyen fue sorprendentemente rápido, el reto más grande para mí fue la comunicación, teníamos formas muy diferentes de manejar las situaciones, de escuchar, de estar abiertos a nuevas ideas y llegar a acuerdos. Pero eso, en cuestión de semanas se arregló.


Si hablamos de tu período de servicio, ¿podrías darnos algunos ejemplos de qué aprendiste y qué lograste en este tiempo?

Mi periodo de activista en WWF tenía dos tiempos, el primero era el aprendizaje y el segundo la acción. El aprendizaje era netamente la capacitación que recibimos, mediante clases, exámenes, conferencias, coloquios, juegos, entre otros; en donde tocaban temas de contaminación, medio ambiente, cuidado de ríos, lagos y mares, y más. Una vez recibida las capacitaciones viene la acción, que generalmente surge de invitaciones de los demás activistas cercanos a tu zona geográfica.

Durante todo ese tiempo y hasta ahora como activista independiente no he dejado de aprender. He logrado ser más paciente, empático, a socializar con las personas, a trabajar en equipo y sobre todo, a liderar.


Me da curiosidad algo, ¿recuerdas un momento que te marcó como activista marino?

Sí claro, incluso son varios. Te contaré uno, cuando fui a México de intercambio y me junté con activistas de WWF, porque la organización es mundial, me invitaron al golfo de Baja California para limpiar los plásticos y redes flotantes de alta mar. En la embarcación todo estaba tranquilo hasta que llegamos a un punto  donde nos encontramos con más activistas con embarcaciones enormes que se encargaban de liberar las famosas vaquitas marinas, que particularmente convivía cerca al totoaba, un pez muy caro, un pez por el que los comerciantes no les importaría matar. Nos contaron que en una ocasión anterior los mismos pescadores les lanzaron bombas molotovs y piedras directas. Yo me quedé conmocionado y me asusté mucho cuando sentimos que otra embarcación venía muy rápido hacia nosotros. Felizmente pudimos alejarnos más y quedar a salvo. En ese momento pudo haberme pasado algo trágico.


¿Algún consejo para los futuros Activistas en su próxima aventura?

Láncense a la aventura, sé que al principio da un poco de miedo, pero todo lo que viene después es gratificante. También sean pacientes, porque el ritmo en que las personas logran sus objetivos son distintos, traten de disfrutar cada momento y de ver lo bueno que traen las cosas. Sean activistas, cuiden su mundo.